Creo que podría definir mi vida con tres o cuatro pinceladas. Esas pinceladas, experiencias, decisiones, acontecimientos, momentos determinan lo que soy ahora y, con alguna otra pincelada más (¡espero!), en lo que me convertiré. Esos momentos, inesperados, fruto de la casualidad, han ido moldeando mi vida. A veces un simple hecho ha condicionado mi comportamiento durante años y otras veces ha sido justo al contrario: temporadas de trabajo gris, que pareciera sin sentido, han cristalizado en algún acontecimiento importante que provocaba un cambio fundamental en lo que estaba haciendo. No sé si al resto del mundo le pasa igual, pero yo tengo está sensación y así lo cuento.
E igual que me pasa a mi también le pasa a la Historia. Dice Stefan Zweig cuando comienza el libro al que da título esta entrada que la Historia tiene estos momentos estelares, concretos, efímeros, que marcan el discurrir de los acontecimientos desde ese preciso instante en adelante durante mucho tiempo. Se trata, en definitiva, de estrellas que sobresalen en la vida por otra parte aburrida de los pueblos durante años y décadas.
En este libro, cuyo subtítulo es Catorce miniaturas históricas, el escritor austriaco se dedica a diseccionar catorce momentos estelares que él ha elegido - hay más, por supuesto - y que han tenido una importancia indubitada en la configuración de la humanidad. Esos momentos tienen varios rasgos en común: la casualidad (en la toma de Constantinopla o en la batalla de Waterloo), el espíritu emprendedor (la conquista del Polo Sur o la implantación del telégrafo en el océano Atlántico conectando así los Estados Unidos con el continente europeo), la mezquindad del ser humano (el asesinato de Cicerón o el abandono de Europa a Constantinopla ante la amenaza otomana), la incapacidad del hombre para colaborar entre sí (el fracaso de Wilson a la hora de alcanzar una paz del futuro en el Tratado de Versalles, bien es cierto que también hay en este mismo libro muchos ejemplos de justo lo contario, pero el haber descubierto esta cita justo hoy creo que me ha hecho resaltar este aspecto aquí), la injusticia más flagrante (J.A. Suter y el descubrimiento de El Dorado) o las paradojas más evidentes (el militar no revolucionario que compone, prácticamente en dos destellos, La Marsellesa, o la vuelta a Rusia de Lenin a través de Alemania, al estallar la revolución)
Sweig fotografía estos momentos y se recrea en los detalles, en las circunstancias que rodean a los personajes y que quizá sirvan para explicar el rumbo que tomará la Historia una vez terminen los mismos. Gustándome como me gusta la Historia - creo firmemente que somos el resultado de nuestro pasado, y cuando más ignoremos del mismo más mediocre será nuestro comportamiento - me parece un libro entretenido, aunque se presupone que el lector conoce los hechos que se están narrando, cosa que en mi caso no es verdad (gracias, sistema educativo español!). Pero bueno, si algo tiene la Historia, es que no cuesta nada aprenderla.
Y, si bien no es un momento estelar de la humanidad (o quizá sí), esta noche se juega la Superbowl, el partido que pone punto y final hasta Septiembre a la liga profesionial de fútbol americano en Estados Unidos. Así que: Go Steelers!
Lo metere en mi lista de "to read" (se esta haciendo larga lately..). Buen post pero veo que no has resistido en hablar de football al final eh?jeje
ResponderEliminarEstá razonablemente bien. Yo ahora le estoy dando salida a esa lista, cosas del tiempo libre, supongo!
ResponderEliminarNo pude resistirme y el pronóstico fue equivocado.