José María Sanz Beltrán, Barcelona, 1960. Supongo que para casi todo el mundo, incluyéndome a mí hasta hace un par de años, hablar de Loquillo es sinónimo de rebeldía, juventud y un cierto aire de independencia. En definitiva, de Rock N’ Roll que destila todo su trabajo más conocido, desde el Cadillac Solitario hasta El Rompeolas pasando por La mataré o Chanel, Cocaína y Don Perignon.
Pero sucede que junto a este Loquillo y sus Trogloditas – autodenominados como la banda más potente del rock español…lo que probablemente no sea desacertado – existe otro Loquillo. El que, de la mano de ese gran humanista que es Gabriel Sopeña (y del que ya he tratado aquí con ocasión de la entrada que dediqué al grupo maño Más Birras, grupo del que no he sido capaz de conseguir material de ningún tipo), publicó en los años noventa, en los años de La Macarena, trabajos como La vida por delante o Con elegancia, repasando el poemario contemporáneo español más destacado: Jaime Gil de Biedma, Luis Alberto de Cuenca, Manuel Vázquez Montalbán, Miguel Hernández, Paco Ibáñez, etc. Junto a ellos también aparecen obras de artistas internacionales como el belga Jacques Brel o el italiano Cesare Pavese.
Lo fácil hubiese sido haber seguido el camino marcado, publicar otro disco con Los Trogloditas, hacer la correspondiente gira, llenar las arcas, pulular por las radiofórmulas y mantenerse en esa espiral de triunfo. Pero se tomó el otro camino, en el que supongo que se tuvo que enfrentar a muchas personas (¿managers?, ¿discográfica?, ¿prensa?, ¿fans?) y explorar tierras vírgenes.
Casi veinte años después, en los años de Michael Telô, el Loco lo hace otra vez. Bien es cierto que nunca ha abandonado ese camino que inició en los noventa y que, por ejemplo, el disco Balmoral supuso una ruptura con esa imagen juvenil y transgresora de la que hablaba al iniciar esta entrada y transmite una visión más reposada y adulta. Como decía, Loquillo publicó en 2011 Su nombre era el de todas las mujeres, su tercer trabajo “poético”. A diferencia de los dos anteriores, en esta ocasión todos los poemas son del mismo autor, Luis Alberto de Cuenca, del que ya musicalizó (o interpretó, ya que la musicalización de las letras ha correspondido al mencionado Gabriel Sopeña) un himno llamado Cuando pienso en los viejos amigos y que en cuyo currículo aparece, entre otros puestos, una Secretaría de Estado de Cultura durante el gobierno de José María Aznar. Seguro que este tipo de compañías escuecen a más de uno. Luis Alberto, por cierto, tiene también entre sus creaciones aquella mítica Caperucita Feroz de la Orquesta Mondragón.
Me enteré tarde del concierto en Madrid. No sé que pudo pasar. Cuando comenzó la gira (en el mes de Noviembre, aunque se retrasó tras un accidente del guitarrista Jaime Stinus, una leyenda del rock español por otra parte) estuve atento a las fechas pero parece que las navidades me hicieron bajar la guardia y sólo quince días antes del concierto supe de su celebración. En definitiva, que me tuve que conformar con unas entradas en el primer anfiteatro donde, a pesar de que no se veía nada mal, no me llenaron tanto como el patio de butacas (del Teatro Arteria Coliseum de Madrid, que no lo había dicho).
Durante el concierto de Madrid
Aunque el sentido de común te lleva a intentar oír lo que va a cantar antes de ir al concierto, al menos en mi caso, en este caso decidí dirigirme virgen al teatro. Sólo consulté un par de vídeos en youtube sobre la gira y, ambos, sobre canciones que ya conocía: No volveré a ser joven y Cuando pienso en los viejos amigos.
De esta forma descubro Cuando vivías en la Castellana (mencionó tanto a Madrid – mi Madrid, el Madrid de Luis Alberto de Cuenca – antes de cantar este tema que yo me emocioné y pensé que iba a tocar En las calles de Madrid), La noche blanca, Nuestra vecina, Political Incorrectness (en la que se equivocó y tuvo que comenzar de nuevo), Vintage o la canción con la que acabaré esta entrada y que además ha servido para darla título (a la entrada, por si no se entiende).
Todo ello intercalando canciones de los anteriores trabajos como Los gatos lo sabrán, Con Elegancia (paseándose entre el patio de butacas) o Transgresiones. Gratas sorpresas como Salvador o Antes de la lluvia (no esperaba que las tocase en esta gira, lo que sí tenía claro es que no iba a tocar el Cadillac, a pesar de la insistencia de alguno que se pasó todo el concierto pidiéndola), Caray (de Jaime Urrutia), Brillar y brillar o El hombre de negro (cover de Johnny Cash, previa crítica velada a una emisora musical denominada Ali Baba y los 40 ladrones…creo que sobran las explicaciones), que gana enteros cuando es interpretada sólo por el Loco (no me gusta nada la versión en la que participan Urrutia, Bunbury y Calamaro).
Vistas desde mi asiento
Entre unas cosas y otras transcurren volando las dos horas de concierto. Sale el Loco con su capa española brindando con champán. Como siempre, se me han hecho cortas y tengo ganas de más pero ya vendrán otras fechas, otros discos y otros artistas.
De las canciones del nuevo trabajo que se interpretaron esta es la que más me gustó, lástima que no haya encontrado un vídeo de mayor calidad.
Y tengo que reconocer que tampoco es que odie la canción de Michael Telô…
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