sábado, 27 de agosto de 2011

Too Big To Fail: una historia de la crisis financiera internacional.



Too Big To Fail es un documental estrenado en la cadena televisión HBO a principios de este año que trata sobre la crisis financiera internacional iniciada en 2007 centrándose en la crisis alrededor del banco de inversión norteamericano Lehman Brothers.

Como todo lo que sale de esa casa, este producto está muy cuidado. Está basado en un libro del mismo nombre de Andrew Ross Sorkin (un periodista del New York Times que, que yo sepa, no guarda relación con el guionista Aaron Sorkin) y dirigada por Curtis Hanson (director de L.A. Confidential). En el reparto hay que destacar a William Hurt (bordando el papel de Hank Paulson, secretario del Tesoro), Paul Giamatti (brillantemente caracterizado como Ben Bernanke – presidente de la Reserva Federal – y que a mí me sorprendió por primera vez hace ya unos años en su papel de John Adams en la serie del mismo nombre, también de la HBO), James Woods (como Dick Fuld, jefe de Lehman que no quería ver la realidad), Bill Pullman (Jamie Dimon, jefe de JP Morgan Chase) o Cynthia Nixon (asesora del secretario del Tesoro).

Como decía, el documental narra la crisis del 2008 focalizando su atención en la caída de Lehman Brothers desde la perspectiva de la actuación de la secretaría del Tesoro estadounidense. Las idas y venidas de Paulson con su equipo, con Ben Bernanke, con Timothy Geithner (presidente en ese momento de la Reserva Federal de Nueva York – la mayor de las doce que componen el sistema – y posterior sustituto de Paulson como secretario del Tesoro en la administración Obama), la relación con sus homólogos extranjeros (reguladores en Reino Unido y con la Ministra de Finanzas de Francia) y con la cúpula de los grandes bancos de Wall Street ocupan la práctica totalidad de la película.

Ya desde el principio, cuando vemos a los presidentes Reagan, Clinton y Bush hijo durante la firma de leyes consideradas beneficiosas para la banca o dando discursos contrarios a la excesiva regulación del sector, queda claro el hilo argumental que se repetirá varias veces a lo largo de la película. Estoy cansado de oír siempre la misma historia en la que sólo hay un malo, la banca, que además está forrada de dinero. Siendo evidentes los errores que se cometieron en los años anteriores a la crisis, me cuesta pensar que todo el mundo hiciese la vista gorda ante lo que se venía encima “porque estaban ganando mucho dinero”. Podían haber ganado menos dinero y seguir ganándolo ahora, digo yo. Por supuesto que lo hicieron mal, que se evaluó mal el riesgo de lo que había en balance de los grandes bancos y que eso trajo el caos. Todos los días vimos, vemos, como la culpa es de Wall Street, pero me gustaría ver más a menudo como se glosan los pecados de main street que, evidentemente, los hubo también. Todo ello, no olvidemos, en el seno de un sector que, a nivel mundial, puede ser el más regulado que existe: yo mismo podría poner un bar hoy en día – si tuviese ahorros para ello – y cobrar las cañas a lo que quisiese; lamentablemente no puedo poner un banco – tengo que cumplir unos requisitos especiales para ello y reunir una serie de características – ni, mucho menos, tengo libertad absoluta a la hora de poner precio a los servicios que ofrezco (¿por qué si nos parece una extralimitación que el Estado regule el precio de las cañas no tenemos la misma opinión cuando ese mismo sujeto fija – arbitrariamente – el precio del dinero?). Bueno, que yo venía a comentar la película y no a soltar bilis sobre el sistema y/o la sociedad (hay una escena bastante concluyente en la que el presidente de General Electric – un conglomerado estadounidense que tiene prácticamente de todo – llama a Hank Paulson tras la crisis de crédito producida por la quiebra de Lehman exigiéndole que tome alguna medida ya que General Electric no está consiguiendo liquidez para financiar sus operaciones diarias; cuando nuestro sistema está basado en el crédito para la más simple o rutinaria de las actividades es que algo está fallando).


Dejando a un lado todas estas consideraciones, la película me parece bastante buena. En general se entiende bien sin subtítulos – aunque para alguien que no esté habituado al lenguaje financiero le será difícil comprender algunas partes – y la tensión se mantiene durante los poco más de noventa minutos de duración fruto, supongo, del caos e incertidumbre que se vivió en esos días. Todo ello aderezado con alguna nota de humor (protagonizando Warren Buffet una de ellas).

jueves, 25 de agosto de 2011

Siguiendo con las hamburguesas...

Tengo el blog algo abandonado, en parte por mis ausencias veraniegas y en parte porque no he encontrado temas para tratar por aquí o no me ha pasado nada interesante. Y voy  retomarlo con un tema con el que me diverti mucho al escribir de él y que es el de las hamburguesas. Ahora bien, esta entrada será más corta que la primera y tendrá un toque más internacional.

Empiezo con el In Dreams Café, en el que he almorzado hoy mismo. Se trata de un local pequeño, antiguo y que no está preparado para ser restaurante, si no que es más un bar tranquilo – tiene pocas mesas y algunos sillones – pensado más para tomarse algo en la tarde/noche y que ha sido recientemente adecuado para servir comidas, de momento, en horario de 13.30 a 16 horas. Está situado en la calle San Mateo de Madrid, por la zona de la calle Fuencarral, al lado del metro de Tribunal.

La decoración del local no es profesional – al estilo del Tommy Mel’s o el Peggy Sue – pero es bastante buena: posters de la ruta 66, fotografías de Elvis y John Wayne, etc. La música, de los años cincuenta y sesenta, está muy bien escogida y ayuda a que te sumerjas en la experiencia americana.


Respecto a lo importante, he de decir que he acabado muy contento con la calidad de la comida. En este enlace dejo la carta para consultar la oferta actual. Yo me he tomado una hamburguesa Elvis, que quizá llevaba demasiada salsa, pero no tengo queja alguna de la carne ni del pan, que no era industrial. Además, venía acompañada de unas patatas fritas cortadas en trozos más grandes de lo habitual, que a mí me suelen gustar más. No sé, pero me ha recordado a alguna hamburguesa que me hecho en casa con pan chapata. En mi clasificación de hamburguesas madrileñas pasan directamente al segundo lugar, por debajo del New York Burger pero, en mi opinión, no tienen nada que envidiar a las del Peggy Sue (local que me encanta pero creo que en tamaño y “naturalidad” del producto no supera a esta hamburguesa) o al cercano TM Burger. Es una mezcla extraña, porque estás comiendo un producto típicamente yanqui en un local que está decorado con esos motivos pero, al mismo tiempo, lo ves más de la casa. Junto a la hamburguesa me pedi una naranjada que se me quedó algo corta (en la carta sólo tenían cocacola, naranjada y limonada y esto debería ser uno de los puntos a mejorar), un brownie con helado de vainilla (rico,  pero pequeño y aquí el resto de hamburgueserías tienen buenos  productos) y un café con hielo. ¿El precio? 10 euros. Todo. Increíble.

 Hamburguesa Elvis.

Y abrimos la sección internacional con el Great American Disaster, un diner americano en pleno corazón de Lisboa que me habían recomendado hace ya tiempo y al que tuve la oportunidad de acudir la semana pasada.

El continente lo tienen muy bien cuidado: posters antiguos sillas y mesas acordes a la situación, camareros vestidos como en las películas, etc. Igual o mejor que el Peggy Sue o el Tommy Mel’s. En lo que gana de calle este restaurante es en la selección musical (allí descubrí esta versión del Don’t Think Twice, It’s Alright de Dylan por parte de The Seekers) aunque quizá abusaban mucho de Elvis. En cualquier caso, nada comparable al Peggy Sue, en el que da la impresión de que tienen 15 canciones que están sonando siempre.




El menú es muy completo, con ensaladas, hamburguesas, pizzas  y carnes, además de batidos y postres. Las hamburguesas vienen acompañadas de ensalada – ¡aunque sin aliño! – y patatas fritas (algo industriales) y, aunque el pan también es industrial y es bastante malo, la carne de la hamburguesa lo compensa. Probé también un batido que no estaba muy conseguido y varios postres – tarta de manzana y bollo de chocolate – que sí estaban ricos, especialmente la tarta de manzana.

 Hamburguesa Legendary Lisbon, bañada en salsa de café.

El restaurante está situado en la Plaza del Marqués de Pombal, y tiene unas vistas espectaculares del Parque Eduardo VII, más aún, al atardecer, con el sol dando al parque y a la avenida.

Voy acabar hablando del Ed’s Easy Diner, una cadena de restaurantes del Reino Unido en los que he tenido la ocasión de cenar un par de veces. Lo he hecho concretamente en el situado a la salida de la estación de tren de London Euston (que está cerca de Regent’s Park o de King’s Cross).

Quizá por las circunstancias que rodean mis visitas – suelo cenar allí cuando vuelvo cansado de trabajar todo el día – me parece el mejor restaurante: unas patatas con salsa de queso azul, la hamburguesa original y una cocacola de cereza ayudan a que te cambie el humor para el resto de la tarde. El continente – yo lo valoro casi más que el contenido – además acompaña: gramolas en la barra, mensajes graciosos en las paredes (idénticos a los del Tommy Mel’s) y música acorde. Un día tuve que comer en la barra – como el típico camionero que viene de Nebraska – y los cocineros (se les puede ver mientras te preparan los platos ya que la cocina no es cerrada) se pusieron a cantar y bailar la canción que sonaba.

 Having dinner at the counter!

¡Vaya! Escribir esto me ha devuelto las ganas de ir allá a zamparme otra hamburguesa…
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...