jueves, 29 de diciembre de 2011

Libros 2011

Estos han sido los libros que he leído en el año que ahora acaba. Aparecen por orden de lectura. He procurado indicar aquellos que han sido objeto de una entrada en este blog a lo largo del año. Allá vamos:

  • Vietnam: A History, de Stanley Karnow. Una historia pormenorizada de la Guerra de Vietnam. El autor, corresponsal en aquel país durante el conflicto, no escatima en detalles en ningún momento (dedica las primeras doscientas páginas a explicar la historia del país con anterioridad a la Guerra inicial contra los franceses).
  • Momentos estelares de la humanidad, de Stefan Zweig. Libro muy interesante al que ya dediqué una entrada a principios de año.
  • Fooled by Randomness, de Nassim Nicholas Taleb. El autor del Cisne Negro trata aquí de diversos problemas a los que nos enfrentamos y de los que no somos conscientes, especialmente a la hora de tomar decisiones basándonos en las probabilidades. También hablé de él en su momento. Bueno, más que hablar lo mencioné de pasada. Qué se le va a hacer.
  • La Primera Guerra Mundial, de Martin Gilbert. Segunda lectura de este libro que compré en 2004 o 2005. Obra inmensa que, creo, da una visión completa sobre la Gran Guerra.

La lista queda muy pobre, pero no ha dado tiempo para más. La verdad es que a esta lista hay que añadir dos o tres libros técnicos que no he citado porque considero que pertenecen a "otra categoría". También hay que considerar que estoy enfrascado en otro libro que llevo muy avanzado y que semanalmente recibo dos revistas - de actualidad y de no actualidad, porque hay de todo - y eso roba tiempo para la lectura de libros. En definitiva, un buen puñado de excusas para afrontar un hecho innegable: he leído mucho menos de lo que quería. ¡A por el 2012!

    viernes, 23 de diciembre de 2011

    La música del 2011

    Se aproxima el cambio de año y es el tiempo en que las revistas de música que consulto publican las listas con los trabajos más importantes de este 2011. Parece que El Camino de los Black Keys es muy bueno; yo aún no lo he escuchado.



    Para mi, este año ha sido muy prolífico en términos músicales. He asistido a seis conciertos (cinco conciertos y un festival). Quizá no sean muchos pero podría llevar cuatro o cinco años sin ir a ninguno y, en toda mi vida, no habré ido a más de diez hasta este año. Me he comprado alrededor de quince albums, tanto trabajos actuales como pasados (de hecho una de mis últimas adquisiciones ha sido el Freewheelin' Bob Dylan de, claro está, Bob Dylan que salió en 1963), camisetas de bandas y giras e incluso he podido hablar con alguno de mis artistas preferidos al terminar los conciertos, en plan groupie.



    2012, de momento, no pinta nada mal. Hay algunos planes ya cerrados y otros en avanzado estado de desarrollo. Y es que es un año en el que tengo puestas altas expectativas puesto que, entre otros, visitarán el viejo continente artistas tan diversos como Tom Petty & The Heartbreakers (primera visita en veinte años), Bruce Springsteen o Pearl Jam. En cuanto a nuevos grupos, tengo que darle una oportunidad a los anteriormente mencionados Black Keys, así como a Wilco y a los españoles Vetusta Morla, que recientemente han llenado la madrileña sala La Riviera cinco noches.

    No pretendo construir en esta entrada una lista con los mejores discos de 2011 dado que no habré escuchado ni un 1% de lo que se ha publicado. Lo que voy a hacer es una lista con las canciones/bandas que más me han impactado este año. Aquí va:

    1-. The Gaslight Anthem - Our Father's Sons.

    2-. Pearl Jam - State of Love and Trust.

    3-. Chuck Ragan - Nomad by Fate.

    4-. Bon Iver - Skinny Love.

    5-. Frank Turner - I Still Believe.

    6-. Dave Hause - Time Will Tell.

    7-. Alkaline Trio - Warbrain.

    8-. Russian Red - Cigarretes.

    9-. Hot Water Music - Trusty Chords.

    10-. Neil Young - Rockin' in the Free World.

     

    martes, 6 de diciembre de 2011

    PJ20


    I mean sure I can read it, you know, and I read it. I read it on the airplanes. But I don’t take it seriously. If I want to find anything I’m not gonna read Time Magazine. I’m not gonna read Newsweek. I’m not gonna read any of these magazines. I mean, ‘cause they’ve just got too much to lose by printing the truth. Bob Dylan

    Acabo de ver Pearl Jam Twenty, el pedazo de documental dirigido por Cameron Crowe sobre los primeros veinte años de esa banda de Seattle, y he tenido que venir aquí directo a escribir sobre ello. Cuando acabe (será algo corto y malo, como siempre), iré a Amazon a comprar algún trabajo de este grupo al que hasta ahora he sometido a un inmerecido ostracismo. Cada vez escribo más finolis.

     Los miembros de Pearl Jam, recientemente.

    El documental describe el nacimiento de esta banda dentro de la escena grunge del Seattle de finales de los ochenta y principios de los noventa, el crecimiento estratosférico hacía el estrellato absoluto y el camino, siempre fiel a ellos mismos, que tomaron desde entonces y que les ha valido el conservar un público extremadamente fiel aunque quizá no tan numeroso como a mitad de los años noventa.

    Cameron Crowe, que en aquella época era periodista de la revista Rolling Stone, creo que muestra muy bien como era Seattle en aquellos años, con multitud de bandas que parecían hermanos, puesto que los cantantes se conocían entre ellos y tocaban casi todos los días. Hablar de Pearl Jam obliga a hacerlo de Mother Love Bone, banda liderada por el carismático Andrew Wood. Wood murió de sobredosis y dos de los miembros de la banda, Jeff Ament y Stone Gossard, formaron Pearl Jam tras contactar con Eddie Vedder, el vocalista, que por aquel entonces trabajaba en Los Angeles como vigilante de seguridad.

    Mother Love Bone


    En esta primera parte del documental (lleno siempre de documentos que no habían visto la luz antes) se observa el rápido ascenso a la fama del grupo, primero en Seattle y alrededores (imprescindibles las imágenes con Kurt Cobain) y luego a nivel nacional. El desfase en esos primeros conciertos era evidente y como muestra vale el concierto que dieron en la presentación de la película Singles, dirigida por Crowe y que cuenta con su State of Love and Trust en la banda sonora.

    Como decía, pronto llega el éxito nacional. Pearl Jam aparece en todos los noticiarios y programas de televisión, Eddie Vedder sale en portada de la revista Time, la prensa les agobia y ellos quieren desaparecer. Las drogas hacen su aparición en el grupo y, en estas, aparece el gran Neil Young, uncle Neil como le llama Eddie, y les lleva de gira por Europa. Era la figura adulta que necesitaban.




    Destacable también – quizá porque he sido víctima hace poco de estos sinvergüenzas – el apartado que el documental dedica a su enfrentamiento con Ticketmaster por considerar que cobraban (y siguen haciéndolo, por cierto) unas comisiones desproporcionadas por un servicio inexistente, lo que les llevo incluso a liderar un boicot y a hacer una gira en sitios alternativos fuera del alcance de los tentáculos de esta empresa.

    La parte final del documental se centra en estudiar más a fondo la personalidad de sus miembros, adentrándose en el camino seguido, lejos del estrellato ganado en sus inicios, pero fiel a sus ideas lo que les ha permitido seguir contando con un público prácticamente inseparable. El documental me ha gustado mucho y creo que a los fans les gustará aún más, no sólo por lo que se cuenta sino por la cantidad de material “de calidad” que se ha utilizado en el mismo. Y ahora voy directo a Amazon, no sé si comprarme Ten, Vs., Vitalogy o los tres.

    domingo, 13 de noviembre de 2011

    Primer Aniversario

    Comencé a escribir este blog hace hoy un año. No tenía entonces claras mis motivaciones, ni sabía tampoco cuanto iban a durar las ganas. Hoy sigo igual. La idea, supongo, era la de ir contando según tuviese tiempo - y aprovechando los momentos especialmente inspirados que, de vez en cuando, tengo - aquellas cosas que me parecieran interesantes. De paso, me metía en esto de los blogs que tampoco creo que venga mal en los tiempos en los que vivimos (me refiero a que no sobra estar ducho en las nuevas tecnologías, creo).

    365 días después van 51 entradas publicadas. Casi una a la semana. Ha habido altibajos y últimamente intento escribir entradas algo más largas, no sé si más interesantes, aunque eso suponga espaciarlas más en el tiempo. Sin tener tampoco ideas preconcebidas, pensé al empezar que escribiría cosas sobre deporte e historia - dos de mis aficiones - pero lo cierto es que la música y, en menor medida, el cine y la televisión se han llevado la palma.

    Una de las cosas que se pueden desarrollar al escribir un blog es la expresión escrita. Algo he notado pero lo cierto es que la razón de que no haya escrito con mas asiduidad ha sido la falta de tiempo - o la de ganas ,según se mire - para ponerme a escribir, no la falta de historias que contar. Algunas veces me he sentido en la obligación de actualizar el blog y eso me ha llevado a escribir poco y mal. Voy a comprometerme a dedicar más tiempo a la redacción de ahora en adelante.
    Sólo un puñado de personas, creo que muy reducido, conocen de la existencia de este blog (quiero decir que me conocen personalmente y, además, saben que existe el blog) y, de momento, prefiero que así sea. Me gusta este anonimato. 

    Este blog empezó con el Point Blank de Springsteen en el Capitol Theatre de Nueva Jersey y continúa con este Point Blank de los Miami & The Grooves, guiño a la música punk a la que me he adentrado en este año:

    viernes, 11 de noviembre de 2011

    Dulce et Decorum Est

    Hace hoy 93 que acabó la Primera Guerra Mundial. No sé mucho de Historia pero no se me ocurre un mejor ejemplo de la futilidad de la guerra. Más de cuatro años dedicados en exclusiva a masacrarnos unos a otros, luchando en pedazos de terreno sin ningún valor estratégico, simplemente porque así lo quisieron unos gobernantes que, unos días antes de que un anarquista asesinase al sobrino del Emperador en Sarajevo (sobrino que, de haber sucedido a su tío, hubiera accedido a las demandas nacionalistas de los pueblos eslavos) se intercambiaban cariñosamente la correspondencia. La guerra para acabar con todas la guerras. Qué equivocados estaban, qué equivocados estamos:

    Bent double, like old beggars under sacks, 
    Knock-kneed, coughing like hags, we cursed through sludge, 
    Till on the haunting flares we turned our backs 
    And towards our distant rest began to trudge. 
    Men marched asleep. Many had lost their boots 
    But limped on, blood-shod. All went lame; all blind; 
    Drunk with fatigue; deaf even to the hoots 
    Of tired, outstripped Five-Nines that dropped behind.


    Gas! Gas! Quick, boys!---An ecstasy of fumbling, 
    Fitting the clumsy helmets just in time; 
    But someone still was yelling out and stumbling, 
    And flound'ring like a man in fire or lime... 
    Dim, through the misty panes and thick green light, 
    As under a green sea, I saw him drowning.


    In all my dreams, before my helpless sight, 
    He plunges at me, guttering, choking, drowning.


    If in some smothering dreams you too could pace 
    Behind the wagon that we flung him in, 
    And watch the white eyes writhing in his face, 
    His hanging face, like a devil's sick of sin; 
    If you could hear, at every jolt, the blood 
    Come gargling from the froth-corrupted lungs, 
    Obscene as cancer, bitter as the cud 
    Of vile, incurable sores on innocent tongues,--- 
    My friend, you would not tell with such high zest 
    To children ardent for some desperate glory, 
    The old Lie: Dulce et decorum est Pro patria mori.

    Wilfred Owen

    sábado, 8 de octubre de 2011

    The Horrible Crowes - Elsie

    Aunque probablemente dentro de unos días pueda disfrutar de algunas de sus canciones en directo, me voy a anticipar y voy a hablar ahora de Elsie, el primer trabajo de The Horrible Crowes, la banda formada por Brian Fallon e Ian Perkins, que vió la luz a principios del mes pasado.


    Ya he escrito algunas veces aquí sobre The Gaslight Anthem, la banda punk del estado de Nueva Jersey liderada por Fallon. Descubrí su música hace apenas un año y, desde entonces, no he podido parar de oír todo lo que encontraba de ellos. Sus cuatro trabajos (desde Sink or Swim hasta el último, más tranquilo, American Slang), los vídeos de conciertos que habitan el youtube o las más variopintas versiones de otros artistas (de Pearl Jam a Hot Water Music, de Tom Waits a Kate Perry, de The Who a Tom Petty). Además, he emprendido algún que otro viaje para verles en directo este pasado verano.


    A todo esto llega este proyecto paralelo. Oigo proyecto paralelo y me acojono, para una banda nueva que realmente me gusta, esto huele a la típica batalla de egos con final conocido: cada uno por su aire. De momento, no parece que caiga esa breva.

    Con The Horrible Crowes Fallon – al que acompaña Perkins que es el técnico de guitarras de los Gaslight y donde colabora algún miembro de la otra banda - busca explorar nuevos sonidos y temas, sin arriesgarse a decepcionar a los fans más punks de The Gaslight Anthem. Este primer disco contiene temas llenos de ira, amor, soledad y arrepentimientos. Son unos sonidos más suaves y, quizá, frágiles.

    El trabajo se presentó en el mes de septiembre en dos conciertos en suelo americano, uno en Nueva York y otro en Los Angeles, y también, con ocasión de la gira The Revival Tour, se está dando la oportunidad a los seguidores europeos de disfrutar de algunos de estos temas en directo.


    Nada se sabe aún sobre si Elsie es un proyecto puntual o si seguirán componiendo músicas al margen de The Gaslight Anthem. Sólo cabe esperar y, mientras, disfrutar de ambos. Lo que si es seguro es que este trabajo marca un punto y aparte de Fallon y sus chicos con la casa independiente SideOneDummy, ya que esta misma semana se hizo público el acuerdo de la banda con la discográfica Mercury, con la que públicarán su esperado nuevo trabajo a principios del 2012.

    Aquí dejo el vídeo con el primer single del disco:

    domingo, 18 de septiembre de 2011

    Últimos descubrimientos musicales

    Hace tiempo que no pongo ninguna canción por aquí. No he dejado de escuchar música y descubrir nuevos grupos, pero me parecía que esas entradas con únicamente el vídeo de youtube quedaban un poco sosas y decidí no seguir haciéndolo.

    Hoy cambio de opinión y voy a llenar esto de los últimos vídeos que he descubierto y que corresponden a lo que he estado escuchando últimamente.

    Ian Perkins y Brian Fallon, integrantes de The Horrible Crowes.

    Comenzamos con una ausencia, la de The Horrible Crowes, el proyecto paralelo de Brian Fallon, líder de The Gaslight Anthem. Es, sin ninguna duda, lo que más he oído en los últimos días. Su primer disco, Elsie, salió a la luz el pasado día 6 de septiembre y desde entonces lo he oído cuanto he podido por el Spotify y, desde entonces y hasta que me llegué (lo compré por Amazon ese mismo día), sobrevivo a base de vídeos de youtube. Digo que lo dejo aparte porque supongo que me dará para escribir una entrada sólo para él cuando lo tenga aquí. Además, existe la posibilidad de que pueda disfrutar de alguna de esas canciones en directo el próximo mes.

    Siguiendo la estela punk de The Gaslight Anthem me he sumergido en dos grupos del estilo. El primero, The Bouncing Souls, tiene sus orígenes en la misma ciudad de la que provienen Fallon y sus chicos: New Brunswick, NJ. Aquí abajo dejo su canción Kids and Heroes.


    El segundo son los veteranos Social Distortion, de los que he oído grandes covers de clásicos del rock y el folk como Under my Thumb (de los Rolling Stones), Rings of Fire (Johnny Cash) o Don’t Think Twice It’s Allright (Bob Dylan). Aquí va su Story of my life.


    La semana que viene pretendo ver en el cine PJ20, la película-documental que ha hecho Cameron Crowe sobre Pearl Jam, conmemorando su vigésimo aniversario sobre los escenarios. Soy un completo inculto al respecto, ya que durante años sólo he conocido su versión del Can’t Help Falling in Love de Elvis, aunque en los últimos meses he profundizado un poco más gracias al State of Love and Trust (descubierto gracias a una versión acústica de The Gaslight Anthem) y a este Betterman:


    Ahora bien, esta semana no he parado de escuchar Blessed, el último disco de Lucinda Williams. Buttercup o Copenhagen son imprescindibles.

    viernes, 9 de septiembre de 2011

    Page One: un año en el New York Times



    Ayer me tropecé con un documental que echaban por Canal + y que resultó bastante interesante: Page One: Inside the New York Times. Se trata de un trabajo muy reciente, presentado este año en el Festival de Sundance y estrenado en los cines norteamericanos este verano.

    Me puse a verlo sin demasiada motivación, ya que temía que contuviese el tradicional discurso, bastante repetido en los últimos tiempos, acerca de la importancia de la prensa en una sociedad libre y democrática como la nuestra. Aunque no pueda decirse que me equivocase, porque ese mensaje subyace durante los noventa minutos de duración, lo cierto es que es un documental recomendable.

    Se grabó a lo largo de un año, durante el cual el director del mismo, Andrew Rossi, accedió prácticamente sin restricciones a la redacción del diario neoyorquino pudiendo el espectador sentirse casi uno más en la plantilla (podíamos observar llamadas telefónicas de los periodistas, reuniones con el editor de la sección, reunión de los editores con el director del periódico para decidir qué noticias aparecerían en portada día siguiente, etc.), algo parecido a lo que uno siente – al menos así fue en mi caso – cuando ve la última temporada de The Wire, en este caso en la redacción del Baltimore Sun. Todo esto salpicado con entrevistas a personajes que indudablemente tienen algo que decir, como David Renmick (director del New Yorker, del que ya hablé aquí), Jimmy Wales (fundador de Wikipedia), el escritor Gay Talese o Carl Bernstein (Watergate).

     David Carr, periodista del Times y uno de los protagonistas de Page One.

    Durante este año, el periódico no fue inmune a la crisis que vive el sector y hay espacio en el documental para entrevistas con varios de los cien periodistas que tuvieron que ser despedidos para asegurar la supervivencia del diario. Este es sin duda el tema principal del documental, relacionada con diversas cuestiones, algunas contemporáneas a su grabación: la primera aparición de información clasificada a través de Wikileaks (y la posterior elección del Times como uno de los periódicos a los que Wikileaks les proporcionó los cables diplomáticos de EE.UU. hace prácticamente un año), la relación con los blogs, la conveniencia o no de cobrar por el acceso a páginas web, la aparición del iPad o la declaración de quiebra de la compañía propietaria, entre otros, del Chicago Tribune y el Los Angeles Times.

    domingo, 4 de septiembre de 2011

    The Wrestler



    Ayer vi en el Cine Doré The Wrestler, la película de 2008 dirigida por Darren Aronofsky y protagonizada por Mickey Rourke, Marisa Tomei y Evan Rachel Wood que, entre otros, ganó el León de Oro del Festival de Venecia.

    A pesar de que el nombre no dejaba lugar a dudas, entré al cine convencido de que iba a ver una película de boxeo. Lo cierto es que el protagonista no es boxeador sino, evidentemente, luchador profesional (de aquella mítica lucha libre que tanta fama tuvo en los años noventa, con Hulk Hogan y compañía).

    Randy “The Ram” Robinson (Mickey Rourke) es un viejo luchador al que su tiempo de gloria – los años ochenta – le queda ya muy lejos. Sobrevive luchando en circuitos independientes, en pueblos pequeños de Nueva Jersey, con pocos asistentes y, por tanto, pocos ingresos y con un trabajo a tiempo parcial de reponedor en el supermercado del pueblo. Vive en una casa pórtatil aunque las deudas le acechan y más de una vez ha tenido que pasar la noche en su furgoneta. Su casero no le fía y el supervisor del supermercado se mofa de sus combates de fin de semana, parece que sólo los niños del barrio sienten aún admiración por el héroe que, en su momento, fue.

    Randy está viejo para combatir pero no sabe hacer otra cosa. La espalda, las rodillas, los codos; no hay calmante que le alivie el dolor y, además, hace uso de esteroides para mantener el cuerpo. Tras un duro combate recibe la señal – un infarto – que le obliga a replantearse su vida. Tras el bypass debe dejar la lucha libre. Consigue un empleo a tiempo completo en el supermercado en el que ya trabajaba e intenta retomar el contacto con su hija a la que hace años que no ve. Los últimos veinte o treinta minutos son para mí apoteósicos. Él intenta “socializarse”, pero el rechazo de Cassidy, una stripper con la que tiene amistad, tras sus acercamientos desata una tormenta que le hace retomar aquello que le hizo feliz.

    Gran papel de Mickey Rourke, que comparte características con Randy ya que, por una parte, fue boxeador en los años noventa (gracias a ello y a un cirujano torpe debemos su rostro) y, por otra, The Wrestler era su segunda película en los círculos comerciales en casi veinte años tras retirarse por primera vez, protagonizando una “vuelta” como la de Randy tras veinte años de su último gran combate. Lo dicho, película que hace pensar, con momentos graciosos (Randy de charcutero no tiene desperdicio) y buena, muy buena música. Sólo el discurso final (que incluyo a continuación) merece ver la película:

    sábado, 27 de agosto de 2011

    Too Big To Fail: una historia de la crisis financiera internacional.



    Too Big To Fail es un documental estrenado en la cadena televisión HBO a principios de este año que trata sobre la crisis financiera internacional iniciada en 2007 centrándose en la crisis alrededor del banco de inversión norteamericano Lehman Brothers.

    Como todo lo que sale de esa casa, este producto está muy cuidado. Está basado en un libro del mismo nombre de Andrew Ross Sorkin (un periodista del New York Times que, que yo sepa, no guarda relación con el guionista Aaron Sorkin) y dirigada por Curtis Hanson (director de L.A. Confidential). En el reparto hay que destacar a William Hurt (bordando el papel de Hank Paulson, secretario del Tesoro), Paul Giamatti (brillantemente caracterizado como Ben Bernanke – presidente de la Reserva Federal – y que a mí me sorprendió por primera vez hace ya unos años en su papel de John Adams en la serie del mismo nombre, también de la HBO), James Woods (como Dick Fuld, jefe de Lehman que no quería ver la realidad), Bill Pullman (Jamie Dimon, jefe de JP Morgan Chase) o Cynthia Nixon (asesora del secretario del Tesoro).

    Como decía, el documental narra la crisis del 2008 focalizando su atención en la caída de Lehman Brothers desde la perspectiva de la actuación de la secretaría del Tesoro estadounidense. Las idas y venidas de Paulson con su equipo, con Ben Bernanke, con Timothy Geithner (presidente en ese momento de la Reserva Federal de Nueva York – la mayor de las doce que componen el sistema – y posterior sustituto de Paulson como secretario del Tesoro en la administración Obama), la relación con sus homólogos extranjeros (reguladores en Reino Unido y con la Ministra de Finanzas de Francia) y con la cúpula de los grandes bancos de Wall Street ocupan la práctica totalidad de la película.

    Ya desde el principio, cuando vemos a los presidentes Reagan, Clinton y Bush hijo durante la firma de leyes consideradas beneficiosas para la banca o dando discursos contrarios a la excesiva regulación del sector, queda claro el hilo argumental que se repetirá varias veces a lo largo de la película. Estoy cansado de oír siempre la misma historia en la que sólo hay un malo, la banca, que además está forrada de dinero. Siendo evidentes los errores que se cometieron en los años anteriores a la crisis, me cuesta pensar que todo el mundo hiciese la vista gorda ante lo que se venía encima “porque estaban ganando mucho dinero”. Podían haber ganado menos dinero y seguir ganándolo ahora, digo yo. Por supuesto que lo hicieron mal, que se evaluó mal el riesgo de lo que había en balance de los grandes bancos y que eso trajo el caos. Todos los días vimos, vemos, como la culpa es de Wall Street, pero me gustaría ver más a menudo como se glosan los pecados de main street que, evidentemente, los hubo también. Todo ello, no olvidemos, en el seno de un sector que, a nivel mundial, puede ser el más regulado que existe: yo mismo podría poner un bar hoy en día – si tuviese ahorros para ello – y cobrar las cañas a lo que quisiese; lamentablemente no puedo poner un banco – tengo que cumplir unos requisitos especiales para ello y reunir una serie de características – ni, mucho menos, tengo libertad absoluta a la hora de poner precio a los servicios que ofrezco (¿por qué si nos parece una extralimitación que el Estado regule el precio de las cañas no tenemos la misma opinión cuando ese mismo sujeto fija – arbitrariamente – el precio del dinero?). Bueno, que yo venía a comentar la película y no a soltar bilis sobre el sistema y/o la sociedad (hay una escena bastante concluyente en la que el presidente de General Electric – un conglomerado estadounidense que tiene prácticamente de todo – llama a Hank Paulson tras la crisis de crédito producida por la quiebra de Lehman exigiéndole que tome alguna medida ya que General Electric no está consiguiendo liquidez para financiar sus operaciones diarias; cuando nuestro sistema está basado en el crédito para la más simple o rutinaria de las actividades es que algo está fallando).


    Dejando a un lado todas estas consideraciones, la película me parece bastante buena. En general se entiende bien sin subtítulos – aunque para alguien que no esté habituado al lenguaje financiero le será difícil comprender algunas partes – y la tensión se mantiene durante los poco más de noventa minutos de duración fruto, supongo, del caos e incertidumbre que se vivió en esos días. Todo ello aderezado con alguna nota de humor (protagonizando Warren Buffet una de ellas).

    jueves, 25 de agosto de 2011

    Siguiendo con las hamburguesas...

    Tengo el blog algo abandonado, en parte por mis ausencias veraniegas y en parte porque no he encontrado temas para tratar por aquí o no me ha pasado nada interesante. Y voy  retomarlo con un tema con el que me diverti mucho al escribir de él y que es el de las hamburguesas. Ahora bien, esta entrada será más corta que la primera y tendrá un toque más internacional.

    Empiezo con el In Dreams Café, en el que he almorzado hoy mismo. Se trata de un local pequeño, antiguo y que no está preparado para ser restaurante, si no que es más un bar tranquilo – tiene pocas mesas y algunos sillones – pensado más para tomarse algo en la tarde/noche y que ha sido recientemente adecuado para servir comidas, de momento, en horario de 13.30 a 16 horas. Está situado en la calle San Mateo de Madrid, por la zona de la calle Fuencarral, al lado del metro de Tribunal.

    La decoración del local no es profesional – al estilo del Tommy Mel’s o el Peggy Sue – pero es bastante buena: posters de la ruta 66, fotografías de Elvis y John Wayne, etc. La música, de los años cincuenta y sesenta, está muy bien escogida y ayuda a que te sumerjas en la experiencia americana.


    Respecto a lo importante, he de decir que he acabado muy contento con la calidad de la comida. En este enlace dejo la carta para consultar la oferta actual. Yo me he tomado una hamburguesa Elvis, que quizá llevaba demasiada salsa, pero no tengo queja alguna de la carne ni del pan, que no era industrial. Además, venía acompañada de unas patatas fritas cortadas en trozos más grandes de lo habitual, que a mí me suelen gustar más. No sé, pero me ha recordado a alguna hamburguesa que me hecho en casa con pan chapata. En mi clasificación de hamburguesas madrileñas pasan directamente al segundo lugar, por debajo del New York Burger pero, en mi opinión, no tienen nada que envidiar a las del Peggy Sue (local que me encanta pero creo que en tamaño y “naturalidad” del producto no supera a esta hamburguesa) o al cercano TM Burger. Es una mezcla extraña, porque estás comiendo un producto típicamente yanqui en un local que está decorado con esos motivos pero, al mismo tiempo, lo ves más de la casa. Junto a la hamburguesa me pedi una naranjada que se me quedó algo corta (en la carta sólo tenían cocacola, naranjada y limonada y esto debería ser uno de los puntos a mejorar), un brownie con helado de vainilla (rico,  pero pequeño y aquí el resto de hamburgueserías tienen buenos  productos) y un café con hielo. ¿El precio? 10 euros. Todo. Increíble.

     Hamburguesa Elvis.

    Y abrimos la sección internacional con el Great American Disaster, un diner americano en pleno corazón de Lisboa que me habían recomendado hace ya tiempo y al que tuve la oportunidad de acudir la semana pasada.

    El continente lo tienen muy bien cuidado: posters antiguos sillas y mesas acordes a la situación, camareros vestidos como en las películas, etc. Igual o mejor que el Peggy Sue o el Tommy Mel’s. En lo que gana de calle este restaurante es en la selección musical (allí descubrí esta versión del Don’t Think Twice, It’s Alright de Dylan por parte de The Seekers) aunque quizá abusaban mucho de Elvis. En cualquier caso, nada comparable al Peggy Sue, en el que da la impresión de que tienen 15 canciones que están sonando siempre.




    El menú es muy completo, con ensaladas, hamburguesas, pizzas  y carnes, además de batidos y postres. Las hamburguesas vienen acompañadas de ensalada – ¡aunque sin aliño! – y patatas fritas (algo industriales) y, aunque el pan también es industrial y es bastante malo, la carne de la hamburguesa lo compensa. Probé también un batido que no estaba muy conseguido y varios postres – tarta de manzana y bollo de chocolate – que sí estaban ricos, especialmente la tarta de manzana.

     Hamburguesa Legendary Lisbon, bañada en salsa de café.

    El restaurante está situado en la Plaza del Marqués de Pombal, y tiene unas vistas espectaculares del Parque Eduardo VII, más aún, al atardecer, con el sol dando al parque y a la avenida.

    Voy acabar hablando del Ed’s Easy Diner, una cadena de restaurantes del Reino Unido en los que he tenido la ocasión de cenar un par de veces. Lo he hecho concretamente en el situado a la salida de la estación de tren de London Euston (que está cerca de Regent’s Park o de King’s Cross).

    Quizá por las circunstancias que rodean mis visitas – suelo cenar allí cuando vuelvo cansado de trabajar todo el día – me parece el mejor restaurante: unas patatas con salsa de queso azul, la hamburguesa original y una cocacola de cereza ayudan a que te cambie el humor para el resto de la tarde. El continente – yo lo valoro casi más que el contenido – además acompaña: gramolas en la barra, mensajes graciosos en las paredes (idénticos a los del Tommy Mel’s) y música acorde. Un día tuve que comer en la barra – como el típico camionero que viene de Nebraska – y los cocineros (se les puede ver mientras te preparan los platos ya que la cocina no es cerrada) se pusieron a cantar y bailar la canción que sonaba.

     Having dinner at the counter!

    ¡Vaya! Escribir esto me ha devuelto las ganas de ir allá a zamparme otra hamburguesa…

    sábado, 23 de julio de 2011

    Wristcutters: a love story

    A veces me pregunto qué es lo que pasa por la mente de los suicidas. Creo haber leído que, en España, hay más muertos por suicidios que por accidentes de tráfico (el silencio de los medios sobre este asunto puede hacernos olvidar su existencia). Quizá por ello o tal vez porque actuaba el gran Tom Waits me decidí a ver la película independiente Wristcutters: a love story, del director croata Goran Dukic. No tenía muchas expectativas de encontrar una respuesta sobre mi pregunta inicial ya que sabía de antemano que la película era una comedia negra pero, una vez vista, he quedado bastante satisfecho con la misma. De vez en cuando apetece ver algo que no tiene ninguna aspiración y que, sin embargo, consigue transmitirte algo.

    La película comienza con el protagonista, Zia, poniendo en el tocadiscos Death and Lonely del mencionado Waits tras despertarse. Ordena su cuarto que está hecho una pocilga y, una vez acabado, hace honor al título del filme.

    ¿Y qué sucede después? ¿Adónde va? Pues a un mundo idéntico al que acaba de dejar, solo que más triste (nadie sonríe), anodino y gris. Ah, y sólo poblado por suicidas. Aquí Zia pasa los días bien tirado en la cama o bien trabajando en la pizzería donde su compañero de piso, un austriaco grandullón con un pequeño moratón circular en la sien que da idea de la forma elegida para llegar a este mundo, le buscó una ocupación. Por las noches suele frecuentar un local donde conoce a Eugene (mientras suena Love will tear us apart, de Joy Division, cuyo cantante también cometió suicidio; posteriormente compruebo en la wikipedia que también estaba sonando Deathwish de Christian Death, cuyo líder corrió la misma suerte que Ian Curtis) un cantante de rock – menuda forma más original de suicidarse – que está acompañado por toda su familia en esta nueva etapa (sus padres y su hermano menor).

    En una visita habitual al supermercado, Zia se encuentra con un viejo amigo que le informa de que su ex novia, Desiree (probablemente la causa del suicidio de Zia), está también aquí con ellos. Así que Zia tarda poco en convencer a Eugene a emprender un viaje en el viejo y destartalado coche de este último para buscarla.

    El grado de surrealismo del viaje no para de crecer, especialmente con la incorporación de Mikal, una chica a la que ambos recogen haciendo autostop y que no para de explicar a todo el que se encuentra que está en este mundo por error y que quiere hablar con quién este al mando (people in charge o, simplemente, P.I.C.). El zénit del viaje coincide con la aparición de Kneller (Tom Waits), una especie de líder de una pequeña comunidad donde los milagros (gente levitando, colores que cambian, cerillas que vuelan) son el pan nuestro de cada día.


    Cuando parece que la película se está estropeando – tanto surrealismo no es bueno – se produce un giro inesperado que permite la finalización con una sonrisa, al menos en mi caso. Y es que se trata de una película sin pretensiones, divertida, con buena música, que, además, se puede ver bien en inglés ya que los diálogos no son ni muy rápidos ni muy enrevesados.

    lunes, 11 de julio de 2011

    Mellencamp & Manchester

    Como amenacé en su momento, he hecho una escapada a Manchester con ocasión del concierto que allí dio John Mellencamp en el marco de la gira europea en la que está presentando su trabajo No better than this. Así que las próximas líneas serán una recopilación de idas y venidas de la ciudad y del concierto.

    John Mellencamp, en los viejos tiempos.

    Tengo cierta predilección por aquellas ciudades de segunda fila pero con historia que, como Manchester, mantienen su identidad a rebufo de otra hermana más agraciada: prefiero Amberes a Bruselas, Munich a Berlín o Burdeos a Paris (que fea es Paris, por cierto). Con Manchester me pasa igual, no es que la prefiera sobre Londres, pero tiene algo más de sosiego y tranquilidad que la dan un toque especial.

    Es una ciudad pequeña, muy pequeña, que se puede recorrer andando sin ningún problema, quizá sólo haya que coger el transporte público para ir a las afueras, a la zona de los Quays (Salford), refugio del Imperial War Museum North, Old Trafford, un Outlet, una sede de la BBC y unos edificios de apartamentos bastante elegantes.

    Llegué allí un viernes a media tarde, con el tiempo justo para dejar los bártulos en el hotel, hacer una rápida merienda cena y dirigirme, sin apenas ver nada de la ciudad (un poco de Piccadilly Gardens y de la estación de tren de Manchester Piccadilly), hacia las afueras por una amplia avenida rodeada de espacios residenciales. Muchos ventanales grandes y pocas rejas, buena señal. Y es que en las afueras estaba el recinto – Manchester Apollo – en el que el señor Mellecamp daba el recital. Me tome un helado en el McDonald’s adyacente, convenientemente decorado con fotos de los músicos de la zona, y me puse en la cola de la entrada, rodeado de gente que me sacaba unos veinte o treinta años, todos ellos con camisetas del artista. 


    El Manchester Apollo me pareció bastante bonito por fuera. Está situado en una medio curva de la avenida y es imposible no verlo según se sale de Manchester hacia el sur. Una vez dentro la opinión del local no puede sino aumentar. Caben casi mil personas sentadas – como era la ocasión – y más de dos mil quinientas de pie, en un espacio de dos plantas, coqueto y sin dar sensación de agobio.

    Tras un documental de una hora sobre la gira americana del cantante comenzó el espectáculo. He de decir que, a parte de sus mayores éxitos (Small Town, Jackie Brown o Jack & Diane), no conocía ninguna canción más de él. Punto. Me gusta lo que había oído hasta entonces y, como digno representante del llamado Heartland Rock, no podía perderme el concierto. Fueron dos horas que se me pasaron volando: guitarras eléctricas, teclados, parte acústica, violín, momento banjo y, finalizando, de nuevo la parte más rockera. Otra muesca más al revólver de las experiencias y, de vuelta al hotel, sorpresa al constatar como en Manchester cerraban la mayoría de los pubs a las once de la noche (estoy hablando de pubs en el centro de la ciudad).



    El día siguiente era día de turismo, totalmente reservado para conocer la ciudad. La preparación no había sido buena en absoluto por cuestiones de tiempo, pero unas cuantas ideas sí tenía claras: el barrio de Malasaña (Northern Quarter), las bibliotecas (Chetham – luego descubrí que cerraba el fin de semana, una pena pues es aquí donde Engels y Marx escribieron gran parte de sus obras -, John Reylands (una joyita en Deansgate donde, junto con estudiantes de la Universidad de Manchester que aprovechan la tranquilidad del sitio para conectarse a sus portátiles puedes contemplar un ejemplar de 1611 de la Biblia del Rey Jorge) o la Central Library…cerrada por obras hasta 2013), la zona comercial, la catedral y el ayuntamiento. Según se diese el día, se podrían afrontar otras empresas como el Museo de Ciencia y Tecnología o la Universidad).

    El día, no sé si bien o mal, empezó pronto. Estaba en pie y ya desayunado cuando aún faltaba una hora y media para que las primeras tiendas comenzasen a abrir y la gente empezase a inundar las arterias de la ciudad. Había que improvisar. Y sólo tenía un plano del centro bastante flojo. Tras hacer un paseo por el Northern Quarter – que sirvió también para calcular distancias y ver las tiendas que luego abrirían – me dirigí al este, hacia el City of Manchester Stadium, que está dentro de un complejo polideportivo construido con ocasión de los juegos de la Commonwealth que se celebraron en Manchester en 2002. Me di la vuelta de rigor por el campo, entré en la tienda oficial del equipo que allí juega (Manchester City, no tan conocido como sus vecinos del United) y volví, paso ligero, al centro. El Northern Quarter es un mini-malasaña repleto de tiendas con ropa vintage y discos de segunda mano. Affleck’s, un edificio lleno de tiendas de este estilo, es parada obligada si se va a visitar el barrio.

    Affleck's

    Sin hacer ninguna compra pues no había nada del otro jueves, paseé por las calles comerciales en dirección a la catedral. Algunas de estas calles, como por ejemplo Market Street, recuerda bastante a la calle principal de Amberes (no recuerdo el nombre pero es la calle que va desde la estación de trenes hasta el mar…aunque la calle de Amberes es mucho más grande y señorial). Entre el bullicio de los consumidores te encontrabas con remansos de paz como la plaza de St. Ann, donde un músico y un mercado de productos italianos le daban un toque completamente distinto al panorama que, hasta entonces, estaba viendo.


    Una potente bomba del IRA en 1996 destruyó todo el centro de Manchester y constituyo una oportunidad para la revitalización del mismo. Los centros comerciales, la noria, los cines y edificios modernos que se mezclan con la catedral o la Chetham Library son herencia de ese esfuerzo. No soy muy amigo de esas mezclas de modernidad con antigüedad pero aquí en Manchester tengo que hacer una excepción. 


    Como voy bastante bien de tiempo me dirijo por Deansgate hasta el Museo de Ciencia e Industria (Manchester y Liverpool fueron la cuna de la Revolución Industrial). El museo, gratuito, me pareció muy bueno, aunque creo que lo hubiera aprovechado mejor si aún recordara mis clases de historia del instituto. 

    Tras ver unas seudo ruinas romanas bajo toda Oxford Street (con sus edificios de ladrillo rojizo – como el del Palace, frente a la estación de tren – que me recuerdan a Saint Pancreas o King Cross, que nunca me aclaro) paseando entre los edificios de la Universidad de Manchester. Está bien, pero me vuelvo al centro, que alguna compra tenía que hacer (todo sensiblemente más barato que aquí, en fin). 

    El último día estaba reservado para Salford, una zona de las afueras recientemente revitalizada. Había varias torres de apartamentos muy, muy interesantes pero por lo demás, no mereció mucho la pena (Old Trafford me dejó igual y el Imperial War Museum North me pareció desaprovechado, aunque imponente desde fuera). Seguramente la mañana se hubiese aprovechado mejor en Liverpool, pero no me quejo, así hay excusa para otra visita a la zona.

    sábado, 25 de junio de 2011

    London Feis 2011



    No sé cómo comenzó esto. Bueno sí. Me compré el DVD Live in Hyde Park de Bruce Springsteen hará un año por estas fechas. Un directo de tres horas en pleno Hyde Park. Grabado en el año 2009. Es el turno de No Surrender. Y Bruce llama a un tal Brian Fallon a escena. Aparece un chico joven, con camisa de leñador remangada que deja a la vista sus múltiples tatuajes. Y la interpretación del tema es soberbia. The boss is outbossed.



    Y esto empezó así, no sé si por Brian Fallon o por la envidia que me dio ver a tanta gente en un festival en el centro de Londres. Brian es el líder de la banda de punk-rock The Gaslight Anthem, que ya lleva unos añitos en escena y cuenta con varios trabajos publicados. Muchos les consideran, por la temática de sus letras, los claros sucesores de Springsteen. Además, provienen del mismo estado y son amigos.

    Es al final del 2010 cuando me adentro más en The Gaslight y escucho prácticamente toda su discografía. Aquí es cuando me pongo como objetivo ir a verles tocar en el nuevo año que va a empezar. En esos momentos ellos están de gira por Australia y Japón, luego en primavera tocarán en Estados Unidos y para el verano vendrán a Europa tocando en la mayor parte de festivales existentes.

    Pongo el punto de mira en Rock Werchter, un festival belga que, bien aprovechado, me permite visitar Holanda, un país que me encanta. Pero el día que tocan The Gaslight Anthem también lo hace Coldplay y las entradas se agotaron ya en febrero. La siguiente opción es Pinkpop, en Holanda, donde tocan el mismo día que los Kings of Leon. Por diversas cuestiones tampoco es factible esta opción. Soy bastante exigente en cuanto a fechas porque no quiero gastar días de vacaciones en esto.

    Pasan los días y, de pronto, me entero de que telonearán a Foo Fighters en Madrid, así que no pierdo el tiempo (las entradas volaron) y compro mi ticket to the promised land. La cosa está ya solucionada. Y entonces aparece él. Robert Zimmerman. Y es que me entero también que en Junio hay un festival de música irlandesa en la que tocan The Gaslight Anthem y, entre otros, Bob Dylan. Qué mejor oportunidad de ver a estos dos personajes en directo, sobre todo por la parte de Dylan, puesto que el maestro de Duluth tiene ya setenta años y no creo que tenga muchas más oportunidades de verle en directo. La decisión está tomada: Junio 2011, London Feis Festival.


    El festival durá dos días pero sólo tenía entradas para el sábado. El domingo, entre otros, tocaban Van Morrison (al que me hubiera gustado ver) y Thin Lizzy. Se celebra en un parque del norte de la ciudad, Finsbury Park, cercano al estadio de fútbol del Arsenal. Para ir hacía allá monto en un autobús de dos plantas, cómo no, en la zona de Whitechapel y que me llevará hasta la puerta del parque en aproximadamente tres cuartos de hora. El trayecto me confirma que Londres sigue siendo una desconocida para mí y que, por más feo y soso que me parezca el centro (salvo la zona de Whitehall, se puede decir que odio el resto: Picadilly, Trafalgar, Regent Street, Oxford Circus, etc.), las afueras son siempre una sorpresa: calles residenciales, mercados de frutas, tiendas con productos de diversas partes del mundo, parques, etc.


    Llegó al festival a la hora de comer y, hacer alguna parada técnica por ese barrio (lleno de bares y tiendas), entramos al parque, embarrado tras la lluvia continuada de toda la semana. En seguida vemos que el escenario principal (hay otros dos), va a ser nuestro centro de operaciones. En ese momento están tocando The Undertones pero luego, sin solución de continuidad, será el turno de The Waterboys, The Gaslight Anthem, The Cranberries, Christy Moore y Bob Dylan.

    El tiempo pasa rápido, aún no estoy muy cansado, y The Gaslight Anthem empieza a tocar. Salvo clásicos como Here’s Looking at you kid, 59’ Sound o Old White Lincoln lo estoy pasando mal porque no me sé las letras de las canciones del último disco, que es el que más están tocando. El sonido creo que no es lo más nítido del mundo pero lo estoy disfrutando bastante. Me acerco un poco más al escenario para verles mejor la cara y llego hasta unos treinta metros de ellos, justo delante de mí hay unas quinceañeras francesas sentadas en el césped estudiando, supongo que tendrán exámenes finales. No me defraudan The Gaslight y tengo aún más ganas de verles la próxima vez. Además estos chicos son camaleónicos, acaban de tocar en el Download Festival (entre grupos heavies) y ahora vienen aquí, a un festival de música irlandesa. Un diez.



    Me dirigo a la cola de los baños puesto que pensé que The Cranberries era un grupo venido a menos (todo ello porque la cantante se tiñó el pelo de negro y se lo cortó, y yo en los carteles pensé que era un hombre y que ella había abandonado el grupo). Craso error. La función comienza con Zoombie y con Animal Instint. Creo que es la mejor voz de todo el día. Tras darnos una vuelta por otros escenarios (estaba Shane Mcgowan en ese momento) volvemos al principal y disfrutamos los últimos coletazos de The Cranberries, su Just my Imagination y su Dreams.



    Tras otro paseo para relajar las piernas – y ver a los chicos de Afro Celt Music System – que también me sirve para perderme toda la actuación de Christy Moore (no se puede tener todo), cogemos, no sin dificultad, la posición para disfrutar de Dylan. Tengo algo de miedo porque he leído/oído que suele ser bastante arisco con la gente y me vienen pesadillas: quizá toque una canción y se vaya, o toque cosas poco conocidas (no soy muy fan así que sólo conozco los grandes éxitos). 

    Es verdad que es algo seco y no habla con el público – algo que, por otro lado, no me importa lo más mínimo – pero el ambiente está animado y la gente está disfrutando de la actuación. Es curioso pero cambia totalmente el ritmo de las canciones (quizá lo haga para poder cantar algunas, ya que la edad no perdona). Esto es algo que descubro cuando estoy oyendo la letra de Tangled Up in Blue con otro ritmo totalmente distinto. Posteriormente toca también Ballad of a Thin Man, Highway 61 y A Hard Rain is Gonna Fall. En el turno de los bises llega el apoteosis. Creo que toco el cielo con Like a Rolling Stone al que luego siguen All Along The Watchtower y, para cerrar, Blowing in the Wind.


    En definitiva, una experiencia única: por haber visto por primera vez a The Gasligth Anthem, por haber estado en un festival de música y por haber disfrutado de Bob Dylan. 

    El festival en sí a mi me gustó bastante. Había gente de todas las edades, no sólo jóvenes, sino también padres con sus niños y gente mayor y el ambiente, quizá por eso, me gustó. Si es cierto que el alcohol hace mella y a última hora se podía ver a alguno que otro bastante perjudicado pero creo que, en general, la situación estaba bajo control. Además, fue en fin de semana, con lo que no hay que perder días de vacaciones y está en Londres por lo que, si no eres muy de acampar (como es mi caso) el alojamiento no es problema ya que a la finalización de cada día aún hay transporte público.

    ¿Repitiré? Pues no lo sé. Supongo que para siguientes ocasiones uno es más exigentes y, por tanto, quizá dependa de quiénes toquen en próximas ediciones, pero es una opción nada descartable. Otras posibilidades son acudir a festivales europeos con más caché como Werchter, Pinkpop o Roskilde. De hecho, incluso me estoy planteando Glastonbury para el 2013 (no hay edición el próximo año) tras ver el cartel de esta edición, que se está celebrando este fin de semana, y que cuenta con Morrisey, Radiohead, U2 o Coldplay. Pero bueno, no hay que hacer planes tan a largo plazo. El London Feis ha sido una experiencia única como dije antes que se ha disfrutado mucho.
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